La sordera sacerdotal: síntomas y variaciones de una enfermedad que desmejora la labor ministerial del músico
En el oficio litúrgico, el sacerdote es el
responsable que todo se haga acorde con la celebración, pero en los temas
relacionados con la música son realmente pocos los que se sienten en la
capacidad de opinar u orientar sobre los elementos musicales que favorecen la
liturgia, tales como la armonía, el formato o el repertorio. Si bien todos sacerdotes,
han recibido formación musical en los seminarios, el repertorio objeto de
estudio en esas clases, dista mucho de lo que esperan estéticamente las
comunidades.
Por todo lo anterior la mayoría de sacerdotes prefieren
delegar toda la responsabilidad de lo musical a los ministerios o a la buena
voluntad del que se sienta en capacidad de hacerlo, bajo este escenario el
repertorio no siempre se hace bien (afinación, acople, volumen) y no todas las
veces es litúrgico; es allí donde surge la sordera sacerdotal.Sordera ante la desafinación
Es la enfermedad más frecuente entre los sacerdotes, su causa principal es la carencia de recursos para contratar a alguien que forme musicalmente los ministerios, normalmente el sacerdote sufre los primeros síntomas cuando el ministerio musical por más recomendaciones que se le hace no mejora y esto desencadena la sordera que va acompañada de resignación hasta que finalmente prefieren que la gente se incomode durante la liturgia antes de pedirle al desafinado coro que haga silencio. Resulta curioso que la mayoría de sacerdotes recaudan dinero para mejoras del templo, pero no se les ocurre en reunir recursos para formar a sus ministerios en lo musical, esta sería una de las curas más eficaces a este tipo sordera
Sordera ante el repertorio no litúrgico
Esta sordera aparece en dos circunstancias, la
primera, cuando el coro es desafinado, pero al cantar canciones como “Renuévame”
(durante el Señor ten piedad) la asamblea se une al canto, el sacerdote guarda
silencio porque prefiere sacrificar la
liturgia antes que la participación de la comunidad o porque simplemente es
complice del agrado hacia ese tipo de canciones. La segunda circunstancia, cuando
el ministerio es musicalmente muy bueno y todo lo que cantan suena hermoso,
allí el sacerdote parece ser hipnotizado por el celestial sonido y olvida la
liturgia incluso al extremo de cantar durante el necesario momento de silencio
de la consagración de las especies. Esta sordera es muy resistente a la cura
porque está acompañada de un vicio de postura en la que no importa la relación
canto-liturgia sino la de canto-participación o canto-gusto, el portador de
esta enfermedad es el ministerio musical lo que hace que sea altamente
contagiosa. La cura aún no existe, porque sería la renovación completa del Repertorio Litúrgico por uno más acorde
con la estética de las comunidades de modo que los ministerios musicales ya no
tengan el pretexto de recurrir a cantos no litúrgicos o no católicos.
Sordera ente el nuevo repertorio litúrgico
Es poco frecuente pero sucede en algunos
sacerdotes que no les agrada el repertorio litúrgico contemporáneo, prefieren
todo ese repertorio tradicional que aprendieron en sus seminarios y que
consideran es el único con valides, los primeros síntomas se ven cuando el
ministerio musical canta durante una misa algo nuevo y el sacerdote cree que es
algo no católico o no litúrgico, esta sordera crea una barrera entre el
audición y la razón haciendo que quien la padece este incapacitado para
argumentar la pertinencia o no de los cantos. También la padecen quienes tienen
la sordera anterior, ya que al haberse acostumbrado tanto a los cantos ajenos a
la liturgia son incapaces de ver algún tipo de belleza en estos.
Otra de las sorderas mas frecuentes es la de
aquellos sacerdotes que son muy autosuficientes y sin avisar al ministerio de
musica comienzan a cantar lo que se les viene a la cabeza y por mas que el músico
lo intente seguir no da con su canto microtonal, se manifiesta también en
aquellos que a pesar de contar con un buen ministerio musical, cantan
desafinado y no hacen el ejercicio consciente de que ellos deben también aprender
a cantar.
En conclusión, esta enfermedad ha desdibujado la
comunión que debe existir entre el canto y la liturgia, también le ha restado
importancia al papel del músico en la iglesia dándole cabida al voluntariado
musical que casi nunca es competente. La sordera sacerdotal es una enfermedad similar
a las adicciones, solo cuando se reconoce que se padece, se abre el camino a la
cura.
Es de reconocer la gran cantidad de sacerdotes que
no poseen ningún tipo de sordera ante las competencias musicales en la liturgia
esmerándose por ser ejemplo en la iglesia, ellos, destacan el papel
preponderante del ministerio musical en los procesos de evangelización parroquial
y hacen un titánico esfuerzo por concederle a sus músicos todos los recursos
necesarios para que se desempeñen de la mejor manera posible.
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